josecarlos

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Como ya he comentado alguna vez, utilizo TagEditor mucho más de lo que me gustaría, ya que algunos de mis clientes prefieren mantener este sistema, un tanto antiguo pero que sigue siendo más o menos estable, antes que migrar datos a otra herramienta más actual con todos los dolores de cabeza que eso supondría.

Aunque TagEditor tiene un complemento que permite utilizar el Spell Check de Word en su propia interfaz, no llega a dar los mismo resultados que si pasáramos este mismo texto por el mismo Word. En Trados, el Spell Check de Word no detecta, por ejemplo, una palabra repetida por error, una falta de concordancia de género entre nombre y adjetivo, o de número entre sujeto y verbo. Por eso, en todos los ttx que traduzco, así como en las revisiones de otros traductores (que realmente me supone la mitad de mi quehacer diario) sigo la siguiente técnica de mi cosecha para poder pasar un Spell Check bien completito:

- Una vez acabada la traducción en TagEditor, pulso la banderita española de Ver/View.

- Copio todo el texto resultante (Ctrl+A) y lo pego en Word 2003 (también tengo 2007 pero no he logrado situar los colorcitos ni la opción de "Leer" que explico en los pasos siguientes).

- En Word 2003 doy a "buscar y reemplazar" - "formato" - "fuente" - "color de la fuente". Selecciono primero el Gris 50% y doy a que busque el texto en este gris para se reemplace por nada (dejando el cuadro de reemplazar vacío). Luego hago lo propio con el Rojo. De este modo eliminamos todas las etiquetas que no tienen nada de texto real que revisar.

- Una vez que hemos quitado los tags en gris y rojo, seleccionamos todo el texto y nos aseguramos de que Word reconozca el documento entero según el idioma que nos interesa (doble clic en la barra inferior del idioma) y lo único que nos queda es ocultar el texto de la lengua de origen y que solo quede el idioma al que hemos traducido. Para ello, damos a Ver/View y ya tendremos únicamente nuestro idioma en pantalla.

Jueves 06 de Octubre de 2011 15:56

Excusas de traductor para comprar un iPad

Los traductores somos gente inquieta. Por lo general (los que me conocen ya saben lo mucho que me gusta generalizar), intentamos estar al día de los asuntos que se mueven a nuestro alrededor. El crecimiento, por ejemplo, de la comunidad blogera del gremio o de publicaciones online con la traducción como tema principal, dan buena fe de ello. Pero no solamente de comidilla gratuita vive el traductor: congresos, conferencias, cursos online, libros específicos de la materia, recursos lexicográficos o nuevos programas TAO y sus respectivos exámenes de nivel de experiencia, han ido surgiendo como setas y en la actualidad tenemos un gran abanico de posibilidades en las que invertir nuestras ganancias. Cada vez la oferta es mayor y eso es porque los traductores creamos un mercado que funciona; es decir, se crean productos a nuestra medida y respondemos positivamente a ellos.

Por lo general (de nuevo) no nos quedamos atrás en lo tecnológico y además, el estar gran parte de nuestro día en internet no es solo una obligación, sino que también lo disfrutamos. Incluso fuera de nuestro ámbito, el capitalismo actual en el que nos vemos inmersos, primero nos crea el producto y luego las necesidades (cuando lo natural debería ser la creación de un producto a partir de la necesidad del consumidor). Por eso no hay que engañarse: necesitar, lo que se dice necesitar un iPad (u otro dispositivo similar, no os creáis que quiero hacer publicidad gratuita a Jobs y su emporio; de hecho intentaría utilizar un término genérico, pero eso de tableta me sigue rechinando en los oídos) pocos pueden afirmarlo, pero bien es cierto que es una herramienta quepuede llegar a ser sumamente útil si sabemos darle usos para mejorar nuestra productividad, comodidad y eficiencia.

Por eso, tras varios meses utilizando a diario mi iPad, os doy una lista de excusas para que os auto-convenzáis (si ya le estabais dando vueltas al asunto) de que un iPad puede ser un buen compañero de trabajo y ocio, o bien para que tengáis respuestas rápidas coherentes para el listillo de turno cuando os comente: «para qué quieres eso, si es lo mismo que un iPhone pero que no cabe en el bolsillo» y cosas de esas.

- Separar el uso de internet para el trabajo y de internet de ocio. Navegar por internet con el iPad, una vez que le pillas el truquillo, es sencillo e intuitivo. Para mí, dos de los grandes retos que se me plantearon cuando empecé a trabajar desde casa fueron:

    * evitar que el uso de internet para ocio se interpusiera en mi productividad y en mis horarios de trabajo; y * conseguir separarme de la pantalla del ordenador y de mi zona de trabajo una vez que ya había acabado mis menesteres.

    Con el iPad he logrado todo esto. Intento que mi espacio de trabajo sea para trabajar y para todo todos lo demás, uso el iPad. Y puedo leer el periódico mientras desayuno o en el sofá mientras paso un poco de "quality time" con mi chica o con Charli.

    Bien es cierto que Apple y su modelo negocio no deja de ser cuanto menos odioso, a mi entender, en varios aspectos. El hecho de que por rivalismo empresarial con Adobe hayan decidido no incluir tecnología Flash es molesto y un motivo de peso para decidirse por cualquier otra marca. Y bastante irrititante lo de siempre tener que pasar por iTunes para actualizar contenidos (además de ser el motivo por el que nunca me compré un iPod). Eso sí, con Dropbox puedes transferir archivos de trabajo como doc o pdf de una forma mucho más cómoda.

    - Leer libros y revistas. ¿Cuántos archivos pdf o similares tenéis por ahí guardados con contenidos interesantes que os encantaría leer y que no lo hacéis por no estar otras tantas horas delante del PC? En mi caso eran muchos y la gran mayoría relacionados con la traducción. Desde libros electrónicos que me había comprado, hasta tantas otras publicaciones de interés comopuntoycoma, Multilingual o La Linterna del Traductor de Asetrad. Actualización: como me han comentado en privado, sí que es cierto que la pantalla del iPad brilla bastante y tras un buen rato puede cansar a la vista. ¿La solución? Poner un filtro protector a la pantalla anti-reflejos, lo que te permite que dañe menos a los ojos y poder sacarlo a la terracita incluso en un día de sol. Además bajar o subir el brillo según las circunstancias es una opción muy inteligente y, de esa manera, también puedes darle juego a la increíble vida de batería, que puede llegar a las 9-10 horas.

    - Leer blogs con el Reader. Lo mismo pasa con los blogs. Puedes leerlos a diario, por ejemplo, en descansos que hagas entre proyectos desde el ordenador, pero si los pasas relajándote esos 20 minutitos en la terraza con un refrigerio en mano, tus descansos blogeros te sabrán mucho mejor.

    - Una segunda pantalla para el trabajo. Aunque está claro que una segunda pantalla (o una única más grande) es mejor opción, además de ser mucho más económico, utilizar la pantalla del iPad para seguir el típico pdf del texto origen y así conocer el formato, es para mí todo un clásico, especialmente cuando no me encuentro en mi zona de trabajo principal con mi pantallón, como es en el caso de la anterior de la foto con Charli.

    - Herramienta de producción. Gracias a los consejos de Think Wasabi y a ciertas aplicaciones que recomienda, he ido descubriendo nuevas maneras de implementar el iPad como una herramienta más de mi trabajo diario. Dropbox funciona a la perfección y, si ya has empezado a descubrir lo útil que puede llegar a ser Evernote, el iPad será clave para recopilar y ordenar nuevos datos.

    - Por último, una razón más general, si se baraja la opción de Apple, es que se ha lanzado hace poco la segunda generación de iPads, que mejoran bastante la anterior y al mismo precio que la primera. Y si necesitáis disminuir un poco el precio, la primera generación (que a mí ya me parece una maravilla; con sus pros y contras, claro está) se ha rebajado y si además pides a un coleguita que vaya a estar en EE.UU. que te pille uno, le puedes quitar otros cuantos euros de encima.

    Y ya de paso aprovecho para presentaros la mascota de mi "Bluebird Translations".

     

    Entrada originalmente publicada en el Calco.

Jueves 06 de Octubre de 2011 15:50

Pilates para traductores

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Hace ya unos meses que empecé a tener molestias en la espalda; siempre he tenido ligeras dolencias que venían por épocas de mucho trabajo y se iban ellas solas o con la ayuda de algún que otro masaje. Pero esta vez era diferente: no era un dolor muy fuerte pero venía de una zona muy concreta, pasaban los días y seguía ahí. La verdad que desde que empecé a trabajar desde casa en Ámsterdam sí que invertí en un workspace en condiciones, con su buena silla, mesa, reposapiés y pantalla externa de 24", pero como no paro de aprovechar la movilidad del freelancer, cuando trabajo desde Madrid, Burgos o Lanzarote, no he tenido (ni tengo todavía) las mismas condiciones de trabajo. Y me da que la postura de trabajo es el origen de estas molestias, que espero que no se vuelvan crónicas. En cuanto vi que el asunto tenía pinta de algo que podía ir a peor, llamé a un amigo fisioterapeuta-osteópata (muy bueno en lo suyo; una opinión muy generalizada para los que le conocen profesionalmente) que me comentó que lo que tenía me lo podía aliviar considerablemente en una o dos sesiones de dolor intenso y crujidos a porrillo, cosa que acepté de inmediato, pero me avisó de que la gente de nuestro gremio -al igual que tantos otros oficios sedentarios-, o hacemos algo para evitarlo o vamos a tener dolores de espalda constantemente.

Un masaje terapéutico de vez en cuando nos los puede aliviar y un masaje tisular profundo, como los suyos, nos los puede curar temporalmente a base de unas sesiones de sufrimiento, pero si no hacemos nada para evitarlo en el futuro, volveremos a la misma. Seguramente a ostéopatas como los que hay por Ámsterdam de 100€/hora no te lo dicen muy claramente pensando en que no les viene mal mantener cierta clientela habitual, pero mi amigo fue tajante: si no quieres volver a sufrir en mi consulta (la única vez que me lo ha tratado fueron 2 horas de trabajo manual que me dejaron la espalda totalmente morada), tienes que hacer algo para ejercitar esa musculatura interna.

¿La solución? Bueno, ya sabemos que el ejercicio diario, una dieta equilibrada, vigilar nuestra posición de trabajo e intentar trabajar sin tensión ni estrés nos va a ayudar a prevenir estos dolores, pero esa famosa musculatura interna que me decía mi amigo no se ejercita con ejercicios normales de gimnasio, jugando al fútbol o corriendo unos kilómetros de vez en cuando... ¿entonces? Mi amigo osteópata lo tiene muy claro, para traductores como nosotros, el Pilates es la respuesta.

Desde que me lo comentó he estado interesándome por este método de entrenamiento físico y en poco tiempo ya estoy empezando a notar los resultados, no solamente físicos, que son obvios, sino también anímicos, seguramente por eso del mens sana e corpore sano.

El Pilates es un sistema de ejercicios creado por Joseph Pilates, un alemán que vivió gran parte de su vida en Estados Unidos, país donde desarrolló a principios del siglo XX toda la teoría y práctica del método. Los ejercicios suelen dividirse en los que se realizan en el suelo sobre una esterilla (Mat-Pilates) y los que se hacen con la ayuda de equipamiento específico (Apparatus-Pilates). Personalmente me gusta más la que se hace con máquinas porque se corrigen más fácilmente los movimientos, sobre todo cuando uno es principiante.

Los ejercicios del método Pilates tienen en común la necesidad fundamental de que el alumno esté concentrándose en todos los movimientos mientras se realizan y el control de la respiración a la vez que se nivela constantemente la "powerhouse", es decir, la zona interna abdominal y lumbar (más específicamente el músculo transverso del abdomen), que es precisamente esa musculatura interna que con desarrollarla un poco nos ahorraremos las facturas de traumatólogos, fisioterapeutas o quiroprácticos. Todos los ejercicios se tienen que hacer con todos los músculos relajados excepto los de esa zona, que se tienen que notar constantemente en tensión.

Por lo que si estáis buscando una nueva manera de hacer ese ejercicio tan necesario que nos pide nuestro cuerpo, os recomiendo que lo probéis; yo, en pocas semanas, ya empecé a notar sus efectos y tengo pensado seguir con ello. Eso sí, lo mejor es que sean clases privadas o semiprivadas con un instructor calificado en el método para que esté detrás de todos tus movimientos; supone un pellizquito mayor que los pilates de suelo masificados en los gimnasios, pero sin duda merece la pena para así iniciarse el método con el mejor pie. Y más adelante, cuando ya se controlen los principios básicos del pilates, hasta se puede practicar en el suelo de casa con YouTube en la pantalla.

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